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Muchos lo saben, pocos lo creen. Haciendo visible lo invisible del patriarcado

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Todo lo que atenta en contra de los derechos humanos, lo que sucede en el mundo entero, pero especialmente en nuestro país, debe ser explicado varias veces debido, sobre todo, al desconocimiento que de ellos se tiene, y a la manipulación que de los términos se hace por parte de algunos sectores que ven en ellos una amenaza para su fortalecimiento y  tranquilidad personal y económica.

¿Por qué se hace necesario explicarlos más de una vez…? Muy simple, porque a pesar de que muchos los conocen o han oído hablar de ellos, pocos entienden de qué se trata…

Por ejemplo, este 23 de septiembre se evoca el “Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños” decretado hace apenas 19 años, en 1999, en la Conferencia Mundial de la Coalición contra el Tráfico de Personas que se realizó en Dhaka, Bangladesh.

El 18 de febrero del 2009, diez años después, se emitió en Guatemala la Ley contra la violencia sexual, explotación y trata de personas. Es decir, en nuestro país existe un marco legal destinado a sancionar este tipo de violencias desde hace apenas 9 años, siendo que es una serie de delitos que se cometen desde tiempos inmemoriales. En esa Ley, a pesar de su relevancia  para abordar esas violencias, se menciona únicamente 3 veces la palabra “niña”, razón por la cual se hacía necesaria una ley para protegerlas de las violencias a las que las somete el sistema (familiar, escolar, comunitario).

Y así fue. Surgió de grupos de sociedad civil la iniciativa de Ley 5376, misma que se discutió y rechazó recientemente en el Congreso de la República. Esta proponía protección integral, acceso a la justicia, reparación digna y transformadora para las niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual, explotación sexual y trata de personas, como parte de la expresión más simple de sus derechos; ¡ah…! y, un Artículo 7 (de una iniciativa que contenía 18), que planteaba la despenalización de embarazos en niñas menores de 14 años que, por ley, son siempre producto de una violación, uno de los derechos más violentados en mujeres y niñas. Infortunadamente, ese Artículo se utilizó para hacer creer a la población que lo que se estaba discutiendo erala despenalización del aborto en general, sin discriminación y por cualquier mujer, razón por la cual fue rechazada contundentemente por una población desinformada y manipulada, especialmente por las organizaciones conservadoras y religiosas que imperan en el país.

Las estadísticas son alarmantes. Solamente para el periodo que comprende de enero a julio del presente año, el Ministerio de Salud afirma que hubo 1,459 casos de embarazos en niñas menores de 14 años, mientras que las denuncias recibidas en el Ministerio Público por los delitos de explotación, trata y de violencia sexual para el mismo período, ascienden a la cantidad de 101, 147 y 4,922 personas, respectivamente[1].

Generalmente, cuando se cuestiona el origen de tan atroces crímenes, surge la idea de que son las mismas niñas, las adolescentes o sus madres la principal causa de su desgracia. Y esto es lo que hay que explicar: las mujeres, las niñas y los niños no son los culpables de su infortunio; y esta es la idea que hay que erradicar.

Esta idea surge debido a la constante desinformación a la que está sometida la población y al poco acceso que se tiene a fuentes verídicas, que muchas veces se presentan en forma de estadísticas y análisis serios y científicos, o porque simplemente muchas personas se apropian del prejuicio que alude a la culpabilidad de la víctima, producto de una total falta de educación sexual integral.

Culpar a la víctima solo es un reflejo de que la nuestra es una sociedad que oprime y somete a través de la desigualdad de género; que la nuestra es una sociedad patriarcal que invisibiliza que los más grandes promotores de estas violencias son, en su mayoría,  hombres, como clientes y como proxenetas, y que muchas veces los verdaderos culpables son los más  cercanos al propio entorno familiar.

Promover la idea de que las víctimas son las culpables de su infortunio también “Invisibiliza la inoperancia -si es que no complicidad- de las autoridades responsables de investigar y perseguir a los agentes involucrados en la trata, comercio y explotación de menores.”, tal y como afirma un estudio realizado por Casa Alianza.[2]

Ahora que las condiciones están dadas, es tal vez el momento de dejar de creer que son las víctimas las culpables de su desgracia, y entender que son las condiciones creadas por una serie de gobiernos de orden patriarcal los que han hecho de las mujeres, las niñas y los niños las víctimas del abuso sexual, la explotación, las víctimas de la trata; y que es el gobierno mismo el que debe responder por los compromisos asumidos ante los mandatos de las leyes nacionales como la LEYPINA y de los convenios internacionales, como la Convención sobre los Derechos del Niño, creados para proteger los derechos de la niñez y adolescencia, aún a costa de la sociedad misma y en contra de lo que las autoridades disponen a su favor y en apoyo de un Estado patriarcal, al que defienden y representan.

[1] http://svet.gob.gt/estadistica

[2] La explotación sexual-comercial a niñas, niños y adolescentes centroamericanos en Guatemala -reflexiones y propuestas:  http://www.oas.org/atip/guatemala/la%20explotaci%C3%93n%20sexual-comercial%20a%20%20ni%C3%91as,%20ni%C3%91os%20y%20adolescentes%20centroamericanos%20en%20guatemala.pdf