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La niñez y adolescencia construyen caminos de esperanza

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“A los jóvenes les digo sean transgresores, opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo”. Néstor Kirchner

Como todos los años, desde el gobierno se invita a los centros educativos, en particular, y a la ciudadanía, en general, a realizar y organizar actos conmemorativos por las fiestas patrias que celebran la independencia de los países centroamericanos de la sujeción colonial española.

Este año, las escuelas y colegios invitaron a sus alumnos y alumnas a hacer, desde casa, por la crisis sanitaria que estamos atravesando, altares patrios u otras acciones similares, para glorificar y engrandecer las virtudes de los símbolos que nos representan en cada una de las naciones, posiblemente sin considerar otras opciones, orientadas a la construcción de una visión crítica sobre la real y verdadera historia de tan transcendental evento.

La anterior reflexión obedece a la idea de que no es común en nuestro sistema educativo motivar a niñas, niños y adolescentes a desarrollar actividades que pongan en práctica ejercicios en donde adopten una actitud participativa, que les vincule con los problemas y acontecimientos de su entorno, con el conocimiento de su realidad, con su derecho a desarrollar un pensamiento crítico a partir de procesos de formación como ciudadanos con derecho a tener una opinión, a organizarse, a participar.

Esta actitud que niega el involucramiento de la niñez y adolescencia en este tipo de actividades es muy osada por parte de  las personas adultas que creen saber lo que les conviene, sin tomar en cuenta su opinión, utilizando objeciones muy parecidas a las que se usaron para negar derechos a las mujeres, cuyos intereses estaban representados y defendidos por sus esposos, sus padres, en tanto que no pagaban impuestos, no tenían la madurez para ejercer responsabilidades ciudadanas, porque que eran fácilmente influenciables, entre otras cosas.

Si bien las principales manifestaciones colectivas de la adolescencia son propiamente educativas, culturales, deportivas o religiosas, es demasiado prepotente aseverar que son incapaces de involucrarse responsablemente en temas que les afectan directamente, sin considerar que son los principales expertos en su propia realidad.

Desde esa perspectiva, el Programa de Atención, Movilización e Incidencia por la Niñez y la Adolescencia, PAMI, ha encontrado una manera para incluirles en la participación activa para la elaboración de políticas públicas con enfoque de derechos de la niñez y adolescencia, en sus propias comunidades, como parte de un ejercicio ciudadano en donde han hecho una efectiva participación como investigadores, como fuente de información y como gestores de las mismas.

En estos ejercicios, que contienen un diagnóstico, una planificación y un presupuesto aprobados por las autoridades locales, se promueve el desarrollo integral de la niñez y adolescencia y el cumplimiento de sus derechos a la salud, educación, medio ambiente sano, recreación, deporte y cultura, protección, organización y participación. Son niñas, niños y adolescentes los principales actores en estos ejercicios ciudadanos, en tanto se encuentran más capacitados para comprender y proponer todo aquello que sea de mayor interés.

A la fecha, han participado en el diseño y elaboración de 19 políticas pública en sendos municipios del departamento de Sololá; y en cuatro, en igual cantidad de municipios del departamento de Suchitepéquez; algunas de ellas están activas y en otras se está trabajando en su nueva vigencia, siempre contando con la entusiasta y comprometida participación de la niñez. Así como en Pami, otras organizaciones han hecho prácticas similares en otros municipios y departamento del país.

Estos ejercicios efectivamente pueden evidenciar una ciudadanía plena, por lo que iniciativas como los gobiernos escolares, deberían poner en práctica contenidos similares que promuevan una participación de niñez y adolescencia, en donde se tome en cuenta su opinión para aportar con argumentos y soluciones valiosas a sus intereses y desarrollo.

Si bien la ciudadanía de una persona, dentro del ámbito legal, se reconoce a partir de que alcanza la mayoría de edad, es sabido que quien no tiene una voz, no tiene existencia social, elemento básico para ser o convertirse en ciudadana o ciudadano; sin embargo, este no debería ser un factor de exclusión para que enormes sectores de población sean descartados de la participación en la defensa y promoción de sus derechos.

En PAMI deseamos dejar esta reflexión como parte de nuestro aporte para estas fechas: es nuestro deber como adultos reflexionar sobre la pertinencia de reconocerle su derecho a la participación a la niñez y adolescencia, en el entendido de que, basándonos en nuestra experiencia como promotores de políticas públicas municipales a favor de este sector de población, han demostrado madurez y capacidad suficiente para participar y hacerse oír por autoridades locales y sociedad civil en general. Por ello, debemos promover que opinen, que participen, que se conviertan en un punto de inflexión para el cambio que tanto está necesitando Guatemala.